Cada vez más uniones atornilladas deben apretarse con un par de apriete específico y sus resultados deben documentarse. El motivo son las estrictas normativas de seguridad y los requisitos de calidad. Solo una unión atornillada definida puede garantizar que una unión pueda soportar las cargas previstas en el funcionamiento posterior. Pero eso no es todo: hoy en día se utilizan con mayor frecuencia materiales sensibles como el carbono, las aleaciones de magnesio y los plásticos. Una fuerza de tensión previa incorrecta puede dañar los componentes o impedir que se alcancen las propiedades de unión deseadas.
Tomemos como ejemplo el sector aeroespacial: en una turbina y alrededor del tren de aterrizaje hay numerosas uniones atornilladas relevantes para la seguridad. Estos deben apretarse según especificaciones muy estrictas. Por este motivo, las herramientas de par de apriete precisas son indispensables en la producción y el mantenimiento.
En la construcción de centrales eléctricas y la generación de energía, un elemento de fijación mal apretado puede resultar muy costoso. Si una central eléctrica tiene que desconectarse, cada minuto se traduce en pérdidas para el operador que deben evitarse.
Por último, pero no por ello menos importante, la tecnología de par de apriete ha sido durante mucho tiempo indispensable en la construcción: las vigas de acero y los elementos de fijación deben ser absolutamente fiables y durar muchos años, a menudo en condiciones extremas, como es el caso de los puentes, por ejemplo. La tecnología de par de apriete es indispensable en este campo desde hace muchos años, ya que solo así se pueden generar fuerzas de sujeción suficientemente altas y duraderas. La única excepción son las uniones atornilladas en las que los tornillos se encuentran en posición de cizallamiento, en las que, a diferencia de los tornillos sometidos a tensión, la transmisión de fuerza es perpendicular al eje del elemento de fijación.